Mario Alonso

Disgresiones en torno al Ave Félix y otras
y otras variadas cosas

 

1 L a Casa de la Cultura de San Luis Potosí es un edificio entre la tierra y el suelo. Hablo de noviembre: 78 o 79. Yo invitado a sesión de trabajo en el taller de Miguel Donoso Pareja: buen maestro, dragón con corazón de pollo, justo y certero, gente rara, simple, muchas, sísimas ideas.
2.- Hablo desde una neurona reencontrada. Hablo de que existe una pulcritud en la tangencia del destino. Ahí estaban M. A. Aguilar y sus Fuentes, el Choco, Contreras, Villalón, Porras. Hablo de manantiales de eterna juventud, de la forma envolvente de la ternura, de signos y sonidos, de estelas de mar. Hablo de encontrar deslumbramientos cuando estaba prematuramente envejecido.
3.- En la mediamañana de mi vida encontré un nuevo sabor entre el café y el cigarro: el júbilo de pasar una sesión de taller sin demasiados rasguños en los textos, vértigo y suspiros, la paciencia de uno más en el taller.
4.- La poesía es una selva saliéndose de cuadro. Nuestra realidad existe a pesar de nuestros ojos, más allá, en la arista de nuestra angustia. Una mosca muy devota reza por nuestros sueños. A veces les proporciona agua para disipar los recuerdos de una mala noche.
5.- Conocer nueva literatura y poetas italianos. Sí, de acuerdo. Pero también la bola tres en la buchaca izquierda de la bola de billar. Y un sonido ámbar deshielándose.
6.-Trastabillar. Pretender acaso ser poetas. Félix suele decir que son pocos los temas básicos de la literatura. Pero Félix sabe conciliar bien sombras y deslumbramientos.
7.- Sus libros no son profecía sino aplomo, reencuentro, la ventana que se abre. «Contemplar la muerte como un privilegio de la respiración». No son sus libros sólo el olvido de las cosas frágiles; también recrean aquello que juzgamos inamovible, acaso como nuestro sincero privilegio: considerarnos únicos, aspirar a la vida, jugar a los dados con el cetro y reír con ganas (¿satisfechos?) ante «el consuelo de los sentenciados». Por eso en Contraataque, Félix dice que «a veces uno siente la necesidad de marcharse,/ de huir de las palabras,/ para esperar sencillamente el desencuentro». Porque esa modesta revolución personal batalla y propicia al mismo tiempo el caos del universo, ahí donde «la revuelta / la transparencia / nos entrega sus fortificaciones». Dauajare nos enseña más de la actitud diáfana ante la vida. Y la angustia de la permanencia o la trascendencia adquieren la justa dimensión de un kleenex. Por eso me parece Contraataque un libro escrito ayer. Y por eso desde entonces encuentro en los libros de Félix un permanente deslumbramiento, un legítimo equilibrio entre la realidad y la locura de la cotidianeidad: «la actitud anuncia cuando golpean la mano…»
8.- Félix Dauajare no aspira a ser llamado «maestro» por nadie, no es seguidor cercano de alguien. Mira y enseña a mirar ahí donde las palabras pertenecen a cualquiera y llevan, sin embargo, el eco inconfundible de alguno.
9.- Lo conocí desde el primer libro. Persecución de la imagen, pulcritud de la palabra, especial desinterés ante lo gratuito: «debes irte para entender a la gente y a las cosas». Muestra real de humildad frente a las pretensiones.
10.- Existe una pulcritud en la tangencialidad del destino. Quizá, no lo aseguro, mi encuentro con Félix, en el legandario taller de Miguel Donoso Pareja, en una hermosa casa de San Luis, al hacernos cómplices nos permitió decir que este San Luis es nuestro momento y es momento de la poesía de Félix: contraataque.
11!- Porque «sólo en un mundo distinto puede crearse otro lenguaje ».
12.-Y ya lo demás será siempre lo de menos: palabras sueltas, restos sin voz. Mientras los jardines de la Casa de la Cultura brillan en algún lado y yo los imagino como en un sábado, una vez que la sesión de taller ha terminado y uno sale con el recuerdo de un libro: siempre el siguiente libro… de Félix Dauajare.

Mario Alonso

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